Por: Miguel Angel Trujillo

Los cigarrillos electrónicos, conocidos como vapers, están bajo escrutinio por sus efectos nocivos en la salud, desmintiendo la creencia de que son una alternativa segura al tabaco.

Los vapers, dispositivos que calientan líquidos para crear un aerosol inhalable, son promocionados como una opción menos dañina que los cigarrillos convencionales. Sin embargo, aunque no contienen tabaco, la mayoría incluye nicotina y otros compuestos químicos que pueden ser perjudiciales. Estos dispositivos se han popularizado especialmente entre los jóvenes, atrayendo a quienes buscan una alternativa al cigarrillo tradicional o simplemente un método para fumar con un aroma más agradable.

Los estudios científicos han revelado que el aerosol de los vapers contiene sustancias como formaldehído, que tiene vínculos con el cáncer, y diacetilo, asociado a enfermedades pulmonares graves. Además, se ha descubierto que algunos productos etiquetados como libres de nicotina contienen esta sustancia, lo que representa un engaño directo al consumidor y un riesgo adicional para la salud.

El impacto del vapeo en la salud va más allá de la composición química de su aerosol. Los riesgos incluyen desde efectos adversos en el desarrollo cerebral de los adolescentes hasta accidentes causados por fallos en las baterías de estos dispositivos, que pueden llegar a explotar. A pesar de su popularidad como herramienta para dejar de fumar, la FDA no ha aprobado los vapers como un método seguro para cesar el consumo de tabaco.

En conclusión, los vapers no son el producto inofensivo que muchos creen. La acumulación de evidencia sobre sus efectos perjudiciales y los riesgos asociados a su uso deberían ser motivo suficiente para reconsiderar su consumo. Es crucial que los usuarios estén informados y tomen decisiones conscientes sobre su salud, evitando ser seducidos por la apariencia moderna y las promesas de seguridad de estos dispositivos.