Por: Miguel Angel Trujillo

Álvaro Uribe enfrenta acusaciones graves en la audiencia 41 de su juicio, centrando la atención en la posible manipulación de testigos.

Este viernes en Colombia, la sala de audiencias se cargó de tensiones y expectativas al dar inicio a la audiencia número 41 del juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Las acusaciones que pesan sobre él incluyen fraude procesal y soborno, situándolo en el centro de una controversia política y judicial que ha capturado la atención nacional e internacional.

El primero en tomar la palabra fue Wílser Darío Molina, actual alcalde de Amagá y abogado defensor de un exparamilitar. Molina intentó desvincular a Uribe de cualquier acto ilícito, alegando que el senador Iván Cepeda había visitado a exmiembros de las AUC buscando testimonios contra Uribe. Estas declaraciones son clave para la estrategia de la defensa, que busca probar la inocencia del expresidente argumentando una campaña de desprestigio en su contra.

La sesión continuó con la expectativa de la declaración de Hilda Niño, exfiscal que afirmaría la existencia de un complot dentro de la Fiscalía para perjudicar a Uribe. Además, otros testigos como Gabriel Muñoz Ramírez y Leonardo de Jesús Agudelo estaban programados para declarar, añadiendo más capas a un caso ya complejo.

Este juicio no solo pone en juego el legado y la libertad de Uribe, sino que también plantea serias preguntas sobre la integridad del sistema judicial colombiano y la política de persecución. Las implicaciones de este caso podrían alterar el panorama político de Colombia, dependiendo de su desenlace. La atención está puesta en cómo estos testimonios podrían influir en la percepción pública y en las futuras decisiones judiciales.