Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

El cónclave continúa sin consenso para elegir al nuevo Papa, tras la primera ronda de votaciones. El mundo espera la señal de humo blanco.

Este jueves, la Capilla Sixtina sigue siendo el escenario de un evento que captura la atención global: la elección del sucesor de Papa Francisco. Tras su fallecimiento, 133 cardenales se reúnen en un proceso sellado por la tradición y el misterio, buscando alcanzar el consenso necesario para designar al nuevo líder espiritual de la Iglesia católica.

Los cardenales, todos menores de 80 años, participan en un ritual que ha perdurado a través de los siglos. La elección requiere una mayoría de dos tercios, y cada votación concluye con una fumata que anuncia el resultado: humo negro indica que aún no hay decisión, mientras que el blanco celebra la elección de un nuevo Papa.

La jornada de hoy incluyó cuatro votaciones, cada una seguida de la expectante mirada de fieles y medios de comunicación, que interpretan el color del humo emanado de la chimenea de la Sixtina. Este ritual no solo es un procedimiento electoral, sino también un profundo acto de fe y deliberación que subraya la solemnidad del momento.

La elección de un Papa no es solo un evento religioso, sino un fenómeno que tiene repercusiones políticas y sociales en todo el mundo. El nuevo pontífice deberá enfrentar desafíos contemporáneos significativos, como la secularización, los conflictos internacionales y la necesidad de una mayor transparencia dentro de la Iglesia. La decisión tomada en la Capilla Sixtina resonará en las esquinas más distantes del planeta, afectando a millones de fieles y observadores.